| ¿Qué es una contractura muscular?
Una contractura muscular es una contracción involuntaria, duradera o permanente, de uno o más grupos musculares o de alguna de sus fibras. En el desarrollo inicial de las contracturas estaría el aumento del tono muscular,
| ¿Qué es el tono muscular?
El tono muscular es el estado de contracción del músculo en reposo. Todos los músculos del cuerpo están en un estado de contracción pasiva relativa. Esto ocurre incluso cuando estamos durmiendo.
Evidentemente cuanto más relajados estamos menor es el tono. Por otro lado, cuanto más actividad mayor es el tono. Por ejemplo, estando de pie toda la musculatura está realizando ajustes constantes para mantener el el cuerpo erguido y en equilibrio.
Si los músculos no tuvieran un cierto tono en reposo no seríamos capaces de efectuar los movimientos normales como agarrar un vaso o mantener el cuello en la posición adecuada para leer este post. El cuerpo sería como un saco de huesos flácido, o algo así.
| ¿Cómo aparece la contractura muscular?
El problema viene cuando este tono muscular se mantiene muy alto durante mucho tiempo. En esta situación se produce un estado de isquemia, es decir, de falta de sangre. Esto es así por la propia tensión muscular y por la falta de movimiento asociada a esa contracción mantenida excesivamente. Esta isquemia provoca un menor aporte de las sustancias necesarias para la contracción. La propia presión provocada por la contracción muscular mantenida hace que la circulación venosa y linfática, tampoco sea óptima, empeorando la situación. Conviene decir que la circulación venosa y linfática son las que se encargan de recoger los desechos de los tejidos.
La isquemia y el acumulo de toxinas provoca dolor y la reacción habitual contra el dolor es subir aún el tono muscular. Es un mecanismo defensivo que tiene su razón de ser. Por ejemplo, en el caso de un esguince el dolor hace que los músculos de alrededor se contraigan fuerte para proteger la articulación y el propio ligamento lesionado. En el caso de la isquemia, ese mecanismo defensivo empeora la situación y se convierte en un círculo vicioso, provocando más isquemia, y por lo tanto más dolor. El que un dolor sea de tipo isquémico se puede constatar cuando al cambiar de posición el dolor desaparece el el movimiento permite que llegue sangre a la zona y el cuerpo deja de generar la sensación dolorosa. Esto nos llevaría a preguntarnos acerca de las sensación dolorosa misma, pero quizá es un asunto para abordar ya en otro post.
| ¿Por qué aparece la contractura muscular?
Hay dos grandes grupos de situaciones. En el primer grupo estarían los sobre-esfuerzos bruscos. En este caso alguna estructura (ligamento, cápsula articular, disco intervertebral, menisco,…) se ve amenazada por la intensidad de la carga. Entonces el cuerpo lanza una orden urgente de contracción intensa apropiada para revertir la situación. Esta contracción se prolonga en el tiempo a menudo provocando dolor y falta de movilidad.
También puede darse la situación de tener que estar haciendo un esfuerzo mantenido más tiempo del que podemos (estar mucho tiempo en una postura inapropiada o forzada) entonces entra en juego todo el mecanismo isquémico mencionado anteriormente.
Sin embargo sabemos también que hay una relación muy importante entre la tensión muscular y los estados de estrés. En la clínica se ve muy a menudo, que la gente comenta esta relación entre las emociones y la tensión muscular.
Esto tiene una gran importancia porque en el tratamiento del dolor si los desencadenantes psicológicos no mejoran, a veces, va a ser complicado una mejoría del dolor.
| ¿Qué podemos hacer para evitar la contractura muscular?
Básicamente disminuir el tono muscular. ¿como? Tenemos varias estrategias:
- automasaje (utilizando rodillos o similar)
- movimiento activo: mediante movimiento activo de las articulaciones implicadas conseguimos que la sangre y la linfa vuelvan a fluir por el tejido muscular y revirtiendo el proceso de la contractura.
- estiramientos musculares mantenidos.
- estiramientos pasivos (realizados por un terapéuta)
- movilización pasiva de segmentos implicados
- masaje
Además otros factores pueden contribuir al mantenimiento de las contracturas. A saber, una hidratación pobre, o una alimentación deficiente en minerales, especialmente sodio, potasio, calcio y magnesio.
Por ejemplo, mediante frutas como el plátano, el melón o la uva negra, las lentejas, garbanzos o judías blancas, las espinacas, calabacines, alcachofas, las setas o la ternera podemos reponer el potasio del organismo.
El magnesio podemos conseguirlo de la mayoría de frutos secos (almendras, avellanas, cacahuetes, pipas de girasol) o de los orejones, ciruelas pasas o uvas pasas. También los aguacates tienen un alto contenido en magnesio.
El sodio y el calcio podemos conseguirlo a través del agua mineral de calidad o incluso mejor beber un poco de agua de mar al día (como por ejemplo de la marca Ibiza y Formentera Agua de Mar que podéis encontrar en nuestra tienda)
Además, por lo comentado anteriormente del factor emocional, son recomendables las actividades físicas suaves que integren mente y cuerpo,como el chi kung, el tai chi, yoga o pilates. Especialmente recomendable nos parece el pilates terapéutico, que tiene en cuenta las particularidades individuales de cada persona y trabaja objetivos posturales y de control motor concretos.
Ante cualquier duda, no dudéis en comentar por aquí, o poneros en contacto con nosotros.