Durante el siglo XX, la medicina se volvió muy buena compartimentando diferentes sistemas del cuerpo para entenderlos mejor. Sin embargo, hoy nos estamos dando cuenta cada vez más de que los diferentes sistemas del cuerpo están interconectados y no se pueden entender completamente de forma aislada. La conexión cerebro-intestino es un ejemplo muy importante de este fenómeno.
Anatomía de la conexión cerebro-intestino
¿Cuál es exactamente la conexión entre el cerebro y el intestino? El cerebro envía señales al tracto digestivo o gastrointestinal (GI) a través del sistema nervioso simpático («lucha o huida») y al sistema nervioso parasimpático («reposo y digestión»). El equilibrio de las señales de estas dos entradas puede afectar la velocidad a la que los alimentos se mueven a través del sistema digestivo, la absorción de nutrientes, la secreción de jugos digestivos y el nivel de inflamación en el sistema digestivo.
El sistema digestivo también tiene su propio sistema nervioso, el sistema nervioso entérico, que consta de aproximadamente 100 millones de células nerviosas en y alrededor del tracto GI. El sistema nervioso entérico recibe entradas de los sistemas nervioso simpático y parasimpático, pero también puede funcionar independientemente de ellos.
El sistema nervioso entérico también está íntimamente interconectado con millones de células inmunitarias. Estas células examinan el sistema digestivo y transmiten información, como si el estómago está hinchado o si hay infección en el tracto GI o flujo sanguíneo insuficiente, de regreso al cerebro. Por lo tanto, el cerebro y el sistema GI se comunican entre sí en ambas direcciones.
Efectos del estrés y emociones negativas en el intestino
Debido a esta fuerte conexión cerebro-intestino, el estrés y una variedad de emociones negativas como la ansiedad, la tristeza, la depresión, el miedo y la ira pueden afectar el sistema GI. Estos disparadores pueden acelerar o ralentizar los movimientos del tracto GI y los contenidos dentro de él; hacer que el sistema digestivo sea demasiado sensible a la hinchazón y otras señales de dolor; facilitar que las bacterias crucen el revestimiento intestinal y activen el sistema inmunológico; aumentar la inflamación en el intestino; y cambiar la microbiota intestinal (los tipos de bacterias que residen en el intestino). Es por eso que el estrés y las emociones fuertes pueden contribuir o empeorar una variedad de afecciones gastrointestinales como la enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa), el síndrome del intestino irritable (SII), la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) y las alergias y sensibilidades a los alimentos.
Los cambios negativos en el sistema GI pueden retroalimentarse en el cerebro, creando un círculo vicioso. Por ejemplo, una nueva investigación está demostrando que el aumento de la inflamación intestinal y los cambios en el microbioma intestinal pueden tener efectos profundos en todo el cuerpo y contribuir a la fatiga, las enfermedades cardiovasculares y la depresión.
Mente-cuerpo se acerca a dolencias gastrointestinales (GI)
Dada esta fuerte conexión mente-cuerpo / cerebro-intestino, no debería sorprender que las herramientas mente-cuerpo como la meditación, la atención plena, los ejercicios de respiración, el yoga y la hipnoterapia dirigida al intestino hayan demostrado ayudar a mejorar los síntomas GI, mejorar el estado de ánimo, y disminuir la ansiedad. Disminuyen la respuesta al estrés del cuerpo al humedecer el sistema nervioso simpático, mejorar la respuesta parasimpática y disminuir la inflamación.
Otros enfoques integradores
También hemos aprendido que ciertos tipos de alimentos pueden desencadenar reacciones específicas en el intestino de personas sensibles. La dieta también afecta profundamente al microbioma intestinal. Estos cambios en la dieta a su vez reducen la inflamación intestinal y pueden ayudar a reducir los síntomas sistémicos como la fatiga o la depresión y el riesgo de enfermedad cardiovascular.
Aunque la situación de cada persona es única, a menudo se encuentra que una combinación de enfoques integradores puede ser útil para reducir los síntomas GI y restablecer tanto un intestino sano como una mente sana.
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