Más de 100 billones de bacterias benéficas, virus y hongos viven en el tracto digestivo. Reciben el nombre de microbiota intestinal y nos aportan nutrientes, nos ayudan a digerir y nos defienden contra microbios dañinos (Figura 1) (1).
Figura 1. Microbiota intestinal
Ingesta de microbios
Los primeros microbios llegan al nacer, y cada día entran más y más en el cuerpo a través la nariz y la boca. Viajan al estómago, donde las condiciones son demasiado ácidas para establecer una residencia permanentemente. El intestino delgado también es demasiado ácido, pero muchos microbios sobreviven el tiempo suficiente para moverse hacia el colon, donde desempeñan un papel vital en la digestión (1).
Digiriendo lo que no se puede digerir
Los microorganismos comensales del colon usan como energía los hidratos de carbono que no digiere la persona. Fermentan la fibra, como la celulosa, que ayuda a absorber minerales dietéticos, como el calcio y el hierro, utilizados para producir vitaminas. Los propios microbios segregan vitaminas esenciales, como la vitamina K (1).
Los microbios del intestino, al fermentar, producen todo tipo de gases: hidrógeno, dióxido de carbono, metano y sulfuro de hidrógeno. En gran cantidad causan hinchazón y flatulencias. Los alimentos que más gases provocan son las legumbres, el maíz y el brócoli, pero la cebolla, la leche y los edulcorantes artificiales no se quedan atrás (1).
Los cambios en la dieta y la cantidad de fibra consumida también se reflejan en la cantidad de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) (como el ácido butírico, ácido propiónico y ácido acético), metabolitos bacterianos que se producen por digestión y fermentación de la fibra dietética (2). Los ácidos grasos de cadena corta son combustibles importantes para las células intestinales y también influyen en las funciones inmunes del huésped (3, 4). Además de los efectos en intestinos, los metabolitos bacterianos (AGCC) pueden moldear el entorno inmunológico en el pulmón e influir en la gravedad de la inflamación alérgica (5).
Además de ser las fuentes de energía, los AGCC también desempeñan un papel en la activación de varias vías de señalización involucradas en el control del apetito, la inflamación, y la movilidad intestinal. El ácido butírico también exhibe efectos anticancerígenos y antiinflamatorios (6).
Permeabilidad intestinal
El origen de las enfermedades metabólicas es multifactorial, pero el impacto de los hábitos alimentarios perjudiciales (por ejemplo una dieta alta en ultraprocesados) es sin duda el principal factor responsable. Esto modifica directamente la ecología intestinal y aumenta la permeabilidad intestinal, provocando un aumento de la concentración circulante de lipopolisacáridos (LPS) (7, 8) (endotoxinas contenidas dentro de la membrana celular de bacterias gramnegativas de origen intestinal) denominado endotoxemia metabólica (9). Se ha demostrado que tanto las bacterias intestinales y la ingesta dietética se dirigen a las vías intracelulares y cambian la expresión y distribución de las uniones estrechas (Figura 2) (10-12). Es decir, las uniones intercelulares, como son las uniones estrechas, desempeñan un papel crucial en la formación y el mantenimiento de la barrera epitelial intestinal. En consecuencia, la permeabilidad intestinal a menudo está relacionada con un mal funcionamiento de la unión estrecha (13, 14), y la permeabilidad alterada facilita la invasión de patógenos, antígenos extraños y otras sustancias nocivas (15, 16).
Figura 2. a) Intestino sano: uniones entre las células de la mucosa que recubren el intestino están apretadas y no permiten que las toxinas lleguen al torrente sanguíneo. b) Intestino permeable: en el que las uniones se vuelven demasiado permeables, permitiendo que las toxinas se escapen a la sangre, causando una cascada de síntomas (17).
La permeabilidad del intestino se incrementa durante un período de tiempo, por ejemplo, después de tomar antibióticos, tras el consumo excesivo de alcohol o debido al estrés. Las personas que reaccionan de forma sensible al gluten por estos motivos incluso pueden presentar signos de una verdadera incompatibilidad (18).
Los niveles séricos (en sangre) elevados de lipopolisacáridos LPS (endotoxinas) también se asocian con la obesidad a través de otros mecanismos y pueden estimular la resistencia a la leptina (hormona que estimula la disminución del apetito), lo que puede conducir a hiperfagia (o consumo desmedido y descontrolado de alimentos) y aumento de peso (19, 20). Además, el aumento de la permeabilidad intestinal como marcador del estado de la enfermedad se observa en la enfermedad inflamatoria intestinal y en la enfermedad celíaca (21).
Cuando la permeabilidad intestinal se deteriora, el intestino «permeable» permite que las bacterias o sus productos (por ejemplo los factores inflamatorios de los lipopolisacáridos LPS y otros fragmentos bacterianos), se puedan trasladar hacia los tejidos diana como la sangre, el hígado y los depósitos adiposos o la pared arterial para interferir con las células del sistema inmunitario y generar la inflamación crónica de bajo grado requerida para el desarrollo de enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2, y cardiovasculares (7, 9).
Análisis de permeabilidad intestinal en Stik Fenomenal
En Stik Fenomenal te ayudamos a conocer el estado de tu intestino a través de nuestros equipos y te facilitamos pautas detalladas para una alimentación deliciosa, natural y saludable (como la de la abuela) con el propósito de mejorar nuestra calidad de vida y te sientas fenomenal.
Comentarios recientes